ARMADO DE UNA BICICLETA TANDEM PARA LA VUELTA AL MUNDO

En la Argentina hay pocos fabricantes de cuadros para tándem y nadie los importa. El principal uso que se les da es para la competición de personas no videntes. Por la experiencia acumulada, buscando información en Internet y contactando ciclistas de otros países que viajaron en tándem, como Eneko y Miyuki, que se encuentran dando una larga vuelta al mundo (http://www.acercandoelmundo.com/) y a quienes conocimos a su paso por Buenos Aires, fuimos definiendo mejor qué estábamos buscando.

Lo principal es el cuadro, como en toda bicicleta. Por distintas vías llegamos a quien con toda seguridad es el mejor fabricante de cuadros tándem del país, Carlos Roselli, quien fuera uno de los más prestigiosos fabricantes de cuadros de competición de la Argentina de antes de los 90, cuando la importación desenfrenada y la imposibilidad económica de incorporar las cada vez más complejas tecnologías acabaron prácticamente con la industria nacional de la bicicleta.

Roselli nos mostró dos cuadros de tándem, y nos decidimos por uno de competición en ruta, del viejo y confiable cromo-molibdeno, pero adaptándolo al equipamiento de una MTB. Esta elección la hicimos por la ligereza y confiabilidad de este cuadro, luego de comprobar que podíamos usar las piezas más fuertes de una MTB, teniendo en cuenta que las características geométricas del cuadro de la mountain bike, preparado para senderos de montaña, saltos y maniobras técnicas, no tienen mayor sentido cuando se va a circular mayoritariamente por rutas y, por el gran peso que se carga, nos vemos imposibilitados de realizar cualquier tipo de maniobra de ese estilo. Sin embargo, la MTB es apropiada para el transporte de carga y para resistir los caminos difíciles.

Lo que nos permitió trabajar con un verdadero artista de la bicicleta como Roselli fue hacernos un tándem “a la carta”, una bicicleta híbrida con cuadro rutero y ruedas, frenos y grupo de MTB, con los anclajes necesarios para llevar portaequipajes traseros y delanteros, además de un trailer. Pudimos seguir paso a paso el proceso de fabricación de la bicicleta, probando cada pieza y buscando los componentes adecuados. Además, el cuadro está perfectamente adaptado a las medidas de ambos, tendiendo en cuenta que hay gran diferencia de estatura y peso.

También pudimos solucionar en este nuevo tándem el problema que arrastran la mayoría de los tándems argentinos, al no existir en el país existencias de piezas especiales para estas bicicletas. Una de ellas es la llamada caja pedalera excéntrica o fuera de centro. La principal complejidad del tándem es la existencia de dos cadenas: la primera hace la transmisión del eje pedalero delantero al trasero; la segunda del trasero a la rueda, a través de platos y piñón, como en una bicicleta normal. La caja excéntrica permite ajustar la cadena delantera sin recurrir a tensores improvisados, evitando situaciones molestas como una salida de cadena por desinteligencias entre los pedalistas. Pero eso implica que el cuadro debe estar fabricado para albergar esta caja suplementaria. El cuadro de Roselli lo estaba, a lo que agregamos una caja excéntrica de aluminio que conseguimos en México. Al igual que cables de freno y cambio traseros de largo extraordinario que nos trajeron de EE.UU.

Los platos del lado izquierdo los adaptamos con el plato chico del grupo de ruta Shimano 2200, con palancas de 175 mm. adelante y 170 atrás, por la apuntada diferencia de medidas.

CAMBIOS EN LA BICICLETA

El desgaste de miles de kilómetros cargando gran peso originó algunos reemplazos en el material original, principalmente en la rueda trasera y la transmisión. El cuadro Roselli, en cambio, no ha sufrido mayores problemas, salvo algunos rayones.

El principal problema de viajar con un tándem es la enorme presión que se descarga sobre la rueda trasera, por llevar dos personas y carga. El hecho de usar trailer contribuye a aligerar esta presión, a pesar de lo cual, usando material convencional y no específico para tándem (que no se consigue en la Argentina, como ruedas especiales de 40 o 48 rayos de calidad), tuvimos algunos inconvenientes. Las dos llantas Mavic originales, a pesar de su gran fama, se rompieron –la trasera en apenas 1.000 km. La reemplazamos en Corrientes por una Dohnsa Breeze, nacional, que ha demostrado hasta el momento enorme fortaleza. Incluso andando casi 1.000 km. con un rayo menos (por no poder reemplazarlo hasta recibir la herramienta para sacar las coronas desde Madrid), la llanta resistió perfectamente. Los rayos DT Swiss también resultaron excelentes. Mientras tuvimos las Mavic, no sufrieron roturas, que se desplazaban a la llanta por ser esta más débil. Con la Donhnsa, sucedió al revés, pero fueron muy pocos los rayos quebrados. La llanta delantera la cambiamos en Cape Town, Sudáfrica, por una Alex Rim, marca que no conocíamos pero que nos recomendaron y resultó muy buena hasta el momento.

Otro problema son las cubiertas, que duran mucho menos en el tándem, especialmente la trasera. Las Schwalbe Marathon, usadas por cicloturistas de todo el mundo pero que, por lo menos hasta nuestra partida, no estaban disponibles en Argentina, duraron alrededor de 2.000 km. Las Continental Sport Contact, lisas, que compramos en Sudáfrica, duraron una cifra similar en la trasera, y cerca de 5.000 en la delantera. Otras marcas, como las brasileras Levorin u otras descocidas que compramos en países de África, variaron su duración entre 800 y 300 km.

Otro punto es la transmisión. El tándem lleva dos cadenas. La delantera se fue estirando, pero pudimos solucionar eso mediante la caja pedalera excéntrica que permite estirar la cadena. Esto, por ejemplo, lo hicimos el día anterior al ataque que sufrimos en Tanzania, y fue decisivo para que pudiéramos alcanzar buena e indispensable velocidad, que con una cadena estirada podría haber derivado en un salto de graves consecuencias dadas las circunstancias. En Durban, Sudáfrica, llevando unos 4.600 km. de recorrido, cambiamos la cadena trasera, las coronas y el plato medio, el más desgastado. Esto no era estrictamente necesario todavía, pero previmos que no íbamos a encontrar repuestos más adelante por largo tiempo, cosa que la realidad demostró.

Los frenos funcionaron bien también. En una empinada y larga bajada con lluvia abundante en Brasil las zapatas se fundieron, debiendo ser reemplazadas. En Cape Town las volvimos a cambiar por Shimano originales y los mecánicos de Olimpic Cycles los dejaron a la perfección hasta ahora. A pesar de las advertencias de algunos amigos sobre los frenos del tándem, los LX que llevamos funcionaron perfectamente hasta en las bajadas más largas y empinadas.

En síntesis, el tándem se ha portado bien, con los lógicos problemas de desgaste a que fue sometido.

INFORME SOBRE TRAILERS

Después de 14.000 km. y más de diez meses de viaje, estamos en condiciones de hacer un breve comentario sobre algunos materiales. Uno de ellos es el trailer que, luego de algunos intentos fallidos, pudimos conseguir gracias a la ayuda de nuestro amigo Marcelo Vieta, que lo adquirió en Canadá, y de Sean Smith, de Canadian Autoworkers, que nos dio una mano para poder traerlo desde allí.

El trailer que usamos es el BOB Yak, un modelo muy conocido en el mundo y probado por muchos viajeros, aunque no se consigue en la Argentina y por eso tuvimos que optar por molestar a los amigos de Canadá.

El BOB tiene un peso de algo más de 5 kg., el cuadro esta hecho de cromoly y tiene una ruedita rodado 16 armada con rayos radiales (es decir, sin cruce, muy fuertes y no excesivos en cantidad). No nos ha dado problemas de ningún tipo. Lo más importante del BOB Yak, a nuestro entender, es el sistema de enganche, el punto clave que en general está mal resuelto en los trailer de fabricación casera. La lanza del carro conecta mediante un engarce sencillo a un cierre rápido especialmente fabricado para el trailer, con el que se reemplaza el original de la rueda trasera y el remolque queda firmemente sujeto a la bicicleta, sin agregados peligrosos al cuadro ni modificaciones en las mazas. Además es de sencillo desajuste cuando hace falta separar el trailer. Otro punto a favor del BOB es el cómodo bolso estanco impermeable que viene hecho a la medida del carro. En síntesis, nada de que quejarse de este trailer, aunque hubiéramos deseado poder usar uno de fabricacion nacional.

El intento de llevar un remolque argentino lo hicimos, probando con dos modelos que, por distintas razones, decidimos no usar, basicamente por no haber sido probados en largas distancias, ya que este no es un viaje como para experimentar materiales, en un caso. En el otro, por ser demasiado pesado y no solucionar de modo satisfactorio el tema del enganche a la bici.

Finalmente, la oportunidad que surgió de poder traer el BOB nos solucionó el dilema.

Una última aclaración, acerca de la duda que tienen muchos viajeros sobre si es mejor llevar alforjas o un trailer. Para nosotros, el uso de trailer se justifica solamente en tres circunstancias:

1) viaje prolongado en tándem, como es nuestro caso. El tándem tiene la misma capacidad de carga que una sola bicicleta, pero para dos personas. El uso de alforjas agrega mucho peso a la rueda trasera, por lo que el trailer aligera la presión sobre esta y permite llevar el equipaje necesario;

2) transporte de equipaje especifico pesado, como ser equipo de escalada, fotográfico profesional o materiales voluminosos imposibles de transportar en alforjas;

3) en el caso de bicicletas que no cuentan con una adecuado sistema de orificios para instalar portaequipajes, como la mayoría de las bicicletas de competición de alta gama, tanto MTB como ruteras.

En cualquier otro caso, las alforjas nos siguen pareciendo más cómodas, funcionales y mejores para el manejo y maniobrabilidad de la bicicleta.

































































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